Me fui el jueves, llegamos el domingo en la noche y todavía hoy estamos A G O T A D A S.
La familia de mi mamá es bastante grande y muy cariñosa, así que almorzamos y cenamos en casas diferentes estos casi cuatro días. Claro, que en casa de mi abuela estuvimos la mayor parte del tiempo, pues ella fue el motivo principal de nuestro viaje. Bastante estuvimos sentadas en su solar conversandito.
Doce años después de mi última visita, todo era igual y un poquito diferente a la vez. Me dio mucha alegría ver a mi abuela con tan buena salud y tan lúcida, con su buen humor y sus picardías. Mi abuela tiene 85 años, nunca ha dejado de trabajar y todavía lleva su casa donde vive con su hijo mayor que la acompaña. Todos sus hijos, mis tíos, simplemente la adoran y están pendientes de ella. Tanto los que viven cerca, como los que viven lejos.
En su casa hay dos paredes adornadas con las fotos de sus hijos y nietos, los diplomas, placas y demás honores que han recibido. Me vi en una foto sentada en las piernas de mi mamá como con 7 añitos abrigadita junto al árbol de Navidad, al lado de uno de mis primos cuando se graduó como paramédico, el título del máster de uno de mis tíos y otra foto de un primito mío estrenando su triciclo. Ella se siente muy orgullosa de su familia, pues solita levantó a sus 11 hijos con hilo y aguja, cada logro de nosotros es una alegría para ella.
Todos mis tíos, a pesar del trabajo y sus obligaciones, se tomaron unas horitas para recibirnos en sus casas y así pudimos compartir con cada uno. Los "primitos" ya son "primotes" y sus bebés ya son adolescentes. El tiempo ha pasado volando, pero a pesar de la distancia, es lindo ver que compartimos tantas afinidades, además del apellido.
En casa de uno de mis tíos me reencontré con mis dos morrocoyes (tortugas de tierra) Carmen y Lorenzo que hace uno 15 años enviamos a Colombia, pues en mi casa se estaban enfermando y era ideal que estuviesen en un clima más cálido y en un jardincito. El único detalle es que resultó que Carmen es Carmelo y Lorenzo es Lorenza, tienen dos hijitos y están ENORMES!!
Otro encuentro especial fue con la gata de mi abuela que es bellísima y se llama Salomé, es la dueña y señora de la casa y tiene el privilegio de dormir con mi abuela. Toda ella es una estrella de cine que camina contoneándose y de vez en cuando le trae alguna palomita a mi abuela de cacería :-S (Menos mal las trae vivas y sin lastimar).Tuve el placer de volver a tomar "aguapanela" que hace mi abuela y el caldito que ella prepara que es divino!! Incluso me tomé una leche de bolsita, que me remontó a mi infancia... me parecía lo máximo tomar una leche que viene en bolsa y no en cartón. En el supermercado le compré a mi F. unas auyamas rarísimas para que se invente algo rico junto con sus compañeros cocineros.
Con mi mamá aproveché para hacer algunas compritas y caminando volví a ver muchos sitios que recordaba de mis paseos cuando pequeña, como la casa embrujada, la Catedral, la Plaza Santander, que yo recordaba inmeeeeensa y los parquecitos...
Hay muchas cosas qué decir, pero todo se me agolpa en la cabeza y no termino de contar nada, en fin... yo estoy feliz de haber ido y planeo volver en mucho menos de 12 años, ojalá en menos de un año.
El día de la despedida fue triste, se dijo muy poco y a la vez muchísimo. La bendición de mi abuela nos acompañó y estoy segura que fue lo que nos hizo conseguir pasaje a pesar de estar en lista de espera... toda la aventura aeroportuaria merece un post, puesto que es algo que se cuenta y no se cree, aunque primero me tengo que dedicar a trabajar como loca y recuperar los días que estuve fuera, pues estuvimos un día más de lo planeado.
Aquí en casa la manada estaba muy bien, incluso Thor se pudo acoplar al horario de mi F. y aguantó como todo un campeón. Los felinos se apoderaron de mi lado de la cama y arrinconaron a F. en la noche.
Cuando llegamos fue algo así como la felicidad total y mientras Luke le hacía la inspección a las maletas y Thor saltaba como loco, Zarina se dedicó a olerme toda la cara, ojo derecho incluido, hasta que quedó satisfecha y a las carreras nos fuimos a dormir.
¿Que cómo quedó el bordado? Pues quedó precioso, pero se vio todavía más bello en el marco que le pusimos. Mi abuela se quedó muda cuando lo vio y le encantó... para ese momento, yo me puse tan nerviosa que se me olvidó tomar la foto, pero puedo decir que su rostro se iluminó y sonrió feliz de ver los pajaritos y el chipi (el turpial) en medio del dibujo... Una de mis tías y mi mamá estaban conmigo en ese momento y se pusieron felices. Todas las mujeres que trabajan en el taller de costura que mi abuela dirige la felicitaron y cada una decía que había quedado precioso, etc...
Lo que a mí me dejó más emocionada fue ver en la mañana que mi abuela reparte dos potes llenos de arroz uno y de maíz el otro a las palomas de las grandes y de las chiquititas que vienen a saludarla. Aunque ya no tiene pajaritos con ella, sí tiene estas lindas palomitas que la visitan todas las mañanas sin falta, ante los ojos deseosos de Salomé, menos mal que ella no va a poder cazar a los pajaritos del cuadro, jejeje.Esta visita me hizo reflexionar mucho sobre mi relación con mi madre y el tipo de madre que me gustaría ser... No he contado todo lo que vivimos y ni siquiera lo he contado bien, pero de alguna manera tenía que dar mi parte a todos. Ya me iré poniendo al día... Saludos!