Pues... créanme que si a ustedes les gustaron las fotos de Los Roques, a mí, que tengo en casa el montón de fotos, los cuentos de mi F. y vi los videitos, pues caramba... se me hace agua la boca...
Por eso, mi F., me dijo ayer:
- Câl, mañana nos vamos para la playa.
Palabras mágicas para esta margarita pálida y sedienta de mar. ¡Pum! Al instante pensé en mis dos sobrinas y solté:
- ¡Y nos vamos con las niñas!
- Bueno, ¡perfecto! A ver cómo nos las arreglamos con ellas y con Thor.
¡La gloria! Pues resulta que las niñas cumplen con 9 días de diferencia y a nosotros se nos da más aquello del "regalo grande y doble". Por suerte una no tenía colegio y la otra podía faltar (sólo basta decir que ha eximido todas sus materias!).
Las fuimos a recoger en su casa por la noche, para madrugar y "agarrar camino" temprano. Peeeero, el despertador no sonó y nos levantamos media hora más tarde... pufff... agarramos la cola de la Panamericana, la cola de los túneles, la cola de "la trocha", la cola de La Guaira!! Qué peste!! Lo que habíamos planeado como un día especial, se nos presentaba como un desastre... Las niñas tenían cara de mártir, F. el ceño fruncido, Thor jadeaba... la peste total! Menos mal que cuando todo se desplomaba, se abrió ante nosotros la carretera de la costa libre de tráfico, con sus rasguños y cicatrices, pero con el olor del mar y sus vistas. Así que, escuchando un poco de música por aquí, hablando de los pelícanos por allá, los ánimos fueron subiendo y las sonrisas reaparecieron. Casi cuatro horas nos demoró llegar, pero cómo valió la pena!!
Thor tenía ocho meses sin ir a la playa (lo mismo que yo) y de aquel cachorro asustado de "ese poco de agua con mal sabor" al perrote que es hoy, no hay comparación. Apenas llegamos y lo soltamos, empezó a correr como un loco desaforado y ¡¡SPLASH!! Al agua... y con el agua al cuello nos miró riéndose pues, en el caso de que los perros se puedan reír, el mío se rió hoy...
Mis sobrinas encantadas entraron al agua con "el primo" y entre chapoteos, comer, tomar sol, ver a Thor revolcarse en la arena y acercarse luego para sacudirse "justo al ladito de uno", juntar piedritas y caracolitos, dormir en la sombra y tomar fotos, pasamos un día divino, en la playiiiiiita...
De regreso, almorzamos con un jugo de parchita muy rico en la Posada Egua. Mi sobrina chiquita se puso a jugar con el monito de la posada. El mono no quiso nada con Thor, así que me lo perdí... Pero ¡¡qué rico fue todo!! Las niñas estaban felices y eso fue lo mejor.
El mar es tan grandioso, ¿verdad? En mí tiene un poder revivificante, pues me siento como los diagramas de las publicidades, tipo Gatorade, donde se supone que la persona se llena de energía. Por lo menos a mí se me quitaron las alergias y me siento reconciliada con el mundo... ¿Qué será? ¿La sal? ¿La arena? ¿El sonido de las olas? ¿El sol reflejado miles de veces? ¿El olor? ¿La brisa en tu cara? No lo sé, pero me siento como nueva.
¡Feliz fin de semana a todos!