El 20 de julio de 1999, me encontraba yo, dueña y señora de la oficina de corrección de Publicaciones UCAB. Mi jefe había salido a no sé dónde y no había ni una gota de palabras para corregir. Así que me senté en la computadora a navegar por aquí y por allá. Estaba aburrida y molesta, pero igual entré a una sala de chat... recibí un privado de inmediato y cuán Atenea furiosa decidí que me molestaba esta persona y me dediqué a maltratarlo sin razón:
-Hola!! -me saluda.
-Hola -respondo.
-Cómo estás?
-Viva.
-Ok.
Pasan unos minutos y él arremete de nuevo:
-Pero cuéntame de ti, estudias? trabajas?
-Las dos cosas.
-Si? Y dónde estudias?
-En una universidad.
-Y qué estudias?
-Una carrera.
¿Simpática la niña, no? Creo que lo cortante y desganado de mis respuestas levantó un interés inusitado en la otra persona que me hablaba y, después de unos minutos en que a fuerza logró saber que estudiaba Letras en la UCAB, aprovechó y me contó que él estudiaba Derecho en la UBA de Maracay, logramos entendernos de cierta manera y conversamos amigablemente. Ya al final él me dijo que le gustaría seguir teniendo contacto conmigo y me pidió mi e-mail y yo, todavía antipática le dije:
-Ok. Te doy mi e-mail, pero no pierdas tu tiempo en darme el tuyo, si me escribes te responderé, pero no pretendas que yo te escriba a ti primero.
-Ok gruñona, chao.
-Chao.
Pasó el día y cuando llegué en la noche a la casa me esperaba un e-mail del fulano en cuestión. Desde ese día y por los siguientes seis meses, el tráfico en nuestras bandejas de entrada fue constante y poco a poco se creó un vínculo muy especial entre los remitentes: la amistad. Ambos pasamos por diferentes situaciones en ese tiempo y cada uno se convirtió en el apoyo del otro, las alegrías eran mutuas y las tristezas de uno siempre fueron consoladas por el otro.
El día de su cumpleaños me pidió que lo llamara por teléfono, aún recuerdo el vacío en el estómago cuando lo llamé y cómo lo corté rapidito, roja como un tomate y riéndome como una boba. El día de mi cumpleaños se lo hice saber como a las 9 de la noche y ¡sorpresa! A las 11 estaba él cantándome por teléfono...
Yo pasé una malísima racha ese año, pues mi papá se fue "de vacaciones" a Brasil y no volvió sino 3 años después... Quedarme sola con mi mamá, en una época en que yo no la entendía y creo que tampoco quería hacerlo, fue muy difícil. Además, en ese tiempo me di cuenta que mi papá no era la persona que yo creía... pero eso es harina de otro costal...
F. pues sí, es de F. de quien estoy hablando, vino de Valencia a conocerme el 22 de diciembre de ese año... sentí pavor por un momento, pensando que quizá era un asesino en serie, un ladrón o quién sabe qué ser maligno. Lo maravilloso fue que me encontré con unos ojos chiquitiiiiiiicos, una sonrisa amistosa y nos dimos un abrazo un poco más largo y apretado de lo convencional. Hablamos mucho y poco, él me ayudó a preparar algunas cosas para la fiesta de Navidad que daba yo a mis amigos de la UCAB ese día y se fue cuando ellos empezaron a llegar (se había escapado de su casa sin avisar a dónde iba y con el carro del papá). El 28 nos volvimos a ver en Valencia gracias a una amiga que casi me llevó a rastras.
...Todavía recuerdo aquella vez que dije tumbada en la grama de la UCAB, viendo los bucares en flor: "En mi vida nunca tendré nada con un abogado"... como dije al principio... sólo basta que digas: "yo nunca"... Seis años después, yo lavo nuestra ropa y él cocina para los dos. La plata que ganamos se comparte y hay por ahí un papel que insólitamente dice que estamos casados ¡CASADOS! Todavía hoy nos maravillamos de cómo, por cosas de (Dios, el destino, la vida, las Parcas, el Hado... lo que sea), un día cualquiera entramos a un chat poco frecuentado por ambos y nos encontramos... incluso a pesar de mí, que fui tan descortés, F. y yo estamos juntos: caminamos por la vida "hombro con hombro" y viendo en la misma dirección.
Pasen por el blog de Irarrázabal... esto pica y se extiende. Saludos!